No es raro que, en tiempos del desasosiego, nuestras miradas vuelvan a los jardines. Para Byung-Chul Han, “el jardín se ha convertido en un lugar del amor”, pues el cuidado paciente de las flores le ha mostrado que “el tiempo del jardín es un tiempo de lo distinto”.  Las imágenes del Umbral de Margara De Haene, convocan a una forma muy distinta de acercarse al jardín. El jardín es aquí, no sólo un tiempo distinto, sino un espacio indefinido más cercano al mundo de los sueños, al territorio de las visiones. No se muestra aquí la mano paciente del que cuida su huerto, sino la mirada que, con un cuidado igual de amoroso, atestigua el ciclo de vida-muerte-vida de la más diminuta rama, las perlas del rocío, los brotes de la primavera. Como con todo oráculo, el mensaje no se entrega de manera directa, necesita de nosotros para completarse, para comprenderse. En la mirada íntima y paciente que, durante un año, siguió los ciclos de la naturaleza en San Miguel Tlaxcaltepec, Amealco; se acaban reflejando nuestras almas. El sólo testimonio del viaje de Margara De Haene más allá del umbral, convierte estas imágenes en una réplica del jardín. En silencio, con el mismo murmullo de la luz reflejada en las hojas, el don de Umbral es este espacio, es este tiempo para volver a encontrarnos, para llorar la muerte, para soltar el miedo, para sonreír con la tenaz insistencia de la vida de siempre regresar de las cenizas.